Descubre el alma del suroeste de Francia en un viaje donde la historia, la arquitectura medieval y los paisajes de ensueño se entrelazan en un recorrido inolvidable. Desde las bastidas más bellas de Gascuña hasta los vestigios de los legendarios mosqueteros, cada parada es una inmersión en el pasado. Pasea por los pintorescos pueblos de La Bastide-Clairence y Labastide-d’Armagnac, siente el espíritu de D’Artagnan en Lupiac, maravíllate con la elegancia de Fourcès y Montréal-du-Gers, y déjate sorprender por la imponente Larressingle, la “pequeña Carcasona”.
Explora la majestuosidad de la Abadía de Flaran y la histórica Abbaye de Saint-Sever, ambas joyas del patrimonio religioso. Siente la brisa atlántica en Bidart y sumérgete en la esencia del País Vasco francés en Espelette, donde sus icónicos pimientos decoran las fachadas de sus casas. Un viaje donde cada rincón cuenta una historia, cada paisaje despierta emociones y cada experiencia deja una huella imborrable. ¿Estás listo para vivirlo?
¿Qué tiene de especial este viaje? (Sello Rumbo Natura)
Fue una sacudida colosal para la Historia, un caso que duró doscientos años. Una doctrina procedente del Oriente y que buscaba la regeneración de los cristianos… Aquellos hombres buenos sufrieron una persecución hasta que acabaron con ellos tras la cruzada Albigense.
La custodia del «Santo Grial» y la fe inamovible les llevó al exterminio de toda su comunidad. En este viaje descubriremos su región, sus antiguos castillos, sus pueblos y desvelaremos muchos de los lugares donde tuvieron lugar los acontecimientos.
- Castillos
- Pueblos medievales y maravillosas paisajes.
- Bastides medievales francesas
Las bastidas son joyas de la arquitectura medieval, concebidas en la Edad Media como asentamientos fortificados, con un diseño meticulosamente planeado para maximizar la seguridad y facilitar la vida comunal. Estas poblaciones, generalmente situadas en el sur de Francia, especialmente en la región de Gascuña, nacieron como respuesta a las necesidades de defensa y control territorial durante tiempos de guerra y agitación social.
Cada bastida se caracteriza por su plano geométrico, casi siempre en forma de cuadrado o círculo, con calles rectas que se cruzan en ángulos rectos, creando un sistema urbano ordenado. En el centro de la bastida se encontraba normalmente una plaza que servía de mercado y lugar de encuentro, mientras que las viviendas y edificios públicos se alineaban a lo largo de las calles, rodeadas por murallas defensivas con puertas fortificadas. En muchas bastidas, el castillo o fortaleza se erige como el corazón del pueblo, símbolo de poder y protección.
Sin embargo, las bastidas no solo representaban la defensa y el orden militar, sino también la esencia de una vida comunal vibrante, donde la solidaridad y la organización social eran fundamentales. Muchas de ellas, como La Bastide-Clairence o Fourcès, aún conservan esa aura medieval, con sus fachadas de piedra, tejados de teja roja, y calles que parecen susurrar historias de antaño. Hoy, las bastidas son un testimonio tangible de la historia de la región, atrayendo a los visitantes no solo por su arquitectura única, sino también por su capacidad para transportar a quien las visita a otra época, donde el tiempo parecía detenerse y la vida seguía su curso entre murallas de piedra y mercados bulliciosos.
Estos pueblos fortificados son un canto a la historia, la arquitectura y la belleza atemporal, que aún conserva su carácter medieval intacto en muchos rincones de Francia, evocando el espíritu de épocas pasadas que perdura hasta hoy.